El Desafío de Construir sin Deforestar: Infraestructura y Naturaleza en Equilibrio, por Pedro Gómez Gallardo Aguilar
Sostenibilidad • 5 de agosto de 2025 01:57:11 PM CST • Escrito por Pedro Gómez Gallardo

Desde el lado operativo y financiero, construir infraestructura que beneficie tanto a la industria como al medio ambiente implica más que una serie de decisiones técnicas: es un cambio de enfoque filosófico. Una vez que te involucras genuinamente en generar menor impacto ambiental, comprendes que las restricciones no son un obstáculo, sino una oportunidad.
Esta forma de pensar transforma todo, desde los procesos de planeación hasta la manera de interpretar el entorno. Un ejemplo claro es el diseño urbano. Tradicionalmente, los terrenos se modifican —se cortan, se deforestan— para facilitar la construcción. Pero cuando decides integrarte al ecosistema, en lugar de intervenirlo, descubres una nueva belleza, aquella que reside en el respeto al terreno. El diseño se vuelve una herramienta para honrar el espacio donde te encuentras; y como resultado, ese respeto se convierte en un valor agregado tangible, incluso estético.
El verdadero reto es darse el tiempo de escuchar al sitio, de comprenderlo a profundidad. En el modelo tradicional, el terreno se ve como algo a modificar, un obstáculo a superar, pero tal vez deberíamos pensar, al contrario, es el diseño el que debe adaptarse al terreno.
En el caso de Reserva Santa Fe, este cambio de enfoque nos llevó a realizar una serie de estudios profundos del suelo, los ecosistemas y las condiciones naturales antes de construir. Esto definió nuestras bases y nuestra lógica de intervención. La baja densidad del proyecto, por ejemplo, no fue un sacrificio, sino una decisión alineada a la lógica del lugar. Nos llevó a diseñar calles más angostas, segmentar cuidadosamente las áreas de vivienda y, sobre todo, a mantener la integridad del ecosistema.
En el ámbito financiero, esto representó también una transformación profunda, tuvimos que rediseñar nuestra estrategia de rentabilidad bajo un enfoque sostenible y regenerativo. No se trataba de maximizar el valor por metro cuadrado, sino de entender cómo agregarle valor al entorno. La rentabilidad no vino por volumen, sino por calidad de vida, diseño, baja densidad y un verdadero lujo, vivir rodeado de naturaleza, en un espacio que cuida de tu bienestar físico y mental.
Este enfoque regenerativo no es teórico, en Reserva Santa Fe medimos su desempeño todos los días mediante el monitoreo constante de la calidad del agua, el estado del suelo y los árboles, la conservación activa de flora y fauna, y la reducción sistemática de nuestra huella de carbono.
Nuestro objetivo no es compensar el daño, sino minimizarlo primero, cuantificarlo después, y finalmente restaurar. Solo así se logra un impacto regenerativo real.
Uno de los beneficios más inesperados de este proceso fue el componente social. Al conectar con las personas que ya habitaban y trabajaban en el terreno —agricultores, recolectores, cuidadores—, aprendimos de su conocimiento del entorno. Ellos nos enseñaron sobre plantas medicinales, hongos comestibles, y también nos ayudaron a entender las mejores orientaciones para las parcelas según el asoleamiento. Esta coincidencia entre sabiduría local y lógica arquitectónica derivó en un plan maestro más inteligente, más humano y conectado.
Este proyecto me ha cambiado en lo personal. Me formó una nueva visión: la posibilidad real de crear una nueva forma de habitar el planeta. Estoy convencido de que este modelo debe compartirse, no solo como un caso de negocio exitoso, sino como un camino viable hacia la conservación y regeneración del entorno.
Reserva Santa Fe busca convertirse en un modelo replicable, y eso solo será posible si más actores de la industria se animan a romper con los paradigmas del desarrollo tradicional. Las exigencias del mercado actual son claras: salud, bienestar, respeto al medio ambiente y mejor calidad de vida.
Hoy, la industria inmobiliaria tiene enfrente una oportunidad histórica de transformación; y esa transformación empieza por algo tan simple, pero tan poderoso, como mirar con otros ojos el lugar que vamos a habitar y entender que el verdadero lujo no está en lo artificial, sino en lo que permanece vivo.