Innovación en la Construcción: quien no se adapte a la energía limpia, desaparecerá, por Pedro Gómez Gallardo Aguilar
Sostenibilidad • 5 de noviembre de 2025 02:09:39 PM CST • Escrito por Pedro Gómez Gallardo
La industria de la construcción vive un punto de inflexión. Por primera vez, la conversación no gira únicamente en torno a la estética, la innovación o la funcionalidad, sino a la responsabilidad que tenemos con el entorno. Y hay una verdad ineludible: quien no se adapte a las energías limpias y a los nuevos modelos de sustentabilidad, desaparecerá.
Durante décadas, construimos bajo normas que garantizan apenas lo mínimo indispensable. Pero las reglas, como suele suceder, siempre van un paso detrás de la innovación. Cuando decides producir tu propia energía, captar el agua de lluvia o diseñar un edificio que regenera su entorno, entras en un territorio donde la ley aún no tiene respuestas. Innovar es avanzar sin mapa, y eso implica asumir riesgos.
Las tecnologías limpias son una herramienta poderosa, pero no la solución completa. La energía fotovoltaica, por ejemplo, es hoy la más accesible y confiable; sin embargo, su verdadero potencial se revela solo cuando el edificio está diseñado para necesitar menos energía desde el inicio. El reto no está en instalar paneles solares: está en repensar la arquitectura para que cada metro cuadrado consuma menos, aproveche más y viva en equilibrio.

Existe una idea equivocada de que la tecnología puede reemplazar el diseño consciente. Es justo al revés: un proyecto verdaderamente sustentable nace del equilibrio entre forma, función y eficiencia. Solo cuando una construcción demanda menos recursos, las energías limpias se convierten en aliadas, no en adornos.
En este proceso, la belleza juega un papel que solemos olvidar. Un edificio bello también es un edificio responsable: inspira, perdura y se integra al paisaje. Su impacto no se mide solo en emisiones, sino en la experiencia humana que genera. Cada obra deja una huella visual y emocional que trasciende a quienes la construimos.
Hoy, proyectos certificados bajo el Living Building Challenge nos muestran hacia dónde mirar: construcciones que no solo reducen su impacto, sino que regeneran lo que las rodea. Son apenas unas decenas en todo el mundo, pero representan el futuro posible. Porque no se trata de construir menos, sino de construir mejor.
Para quienes empiezan este camino, mi consejo es simple: piensen local. Utilicen materiales de la región, confíen en la mano de obra cercana y recuperen los saberes constructivos que han resistido al tiempo. Lo local no es una moda, es la forma más genuina de volver a conectar con el entorno y de hacer que la sustentabilidad sea viable y accesible.
La construcción del futuro no dependerá solo de la tecnología, sino de nuestra capacidad para replantear la relación entre el ser humano y la naturaleza. En los próximos años veremos comunidades vivas, integradas al paisaje, donde el bienestar y la eficiencia coexistan.

Quienes entiendan esto a tiempo serán los verdaderos agentes de cambio. Porque la innovación en la construcción no consiste en adaptarse al futuro. Consiste en construirlo.
